El territorio Cordillera Pehuenche se extiende entre las comunas de Alto Biobío (en la región del Biobío), Lonquimay, Melipeuco y Curarrehue (en la región de La Araucanía), donde mujeres y hombres de la zona, a través de la agricultura y la ganadería, han trabajado sus tierras por generaciones conservando las técnicas ancestrales de comunidades mapuche pehuenche y manteniendo la agrobiodiversidad.
En estos territorios, la agricultura es principalmente para el autoconsumo familiar y en algún grado menor para la venta. Los animales son la principal fuente de actividad e ingresos y la dinámica productiva se basa en dos regímenes tradicionales asociados al clima, la invernada y la veranada, que consisten en trasladar al ganado bovino, caprino y ovino para que este pueda alimentarse. La invernada, que ocurre en los meses de invierno, se ubica en los terrenos bajos de los valles, donde además las familias poseen sus chacras con cultivos diversificados. Los productos más característicos de estos son el ají, el cilantro, el repollo y el zapallo, además de la producción de forrajeras para el ganado.
Durante los meses de noviembre a abril, con el retiro de la nieve en los sectores de altura, se realiza el ascenso a la veranada para el pastoreo del ganado, en praderas de coironales y bosques nativos. Esta actividad se complementa con la recolección de productos forestales no madereros de los bosques nativos, donde destaca el piñón, las hierbas y plantas medicinales y hongos comestibles. Aprovechando la floración del bosque nativo, también se realiza la producción de miel.
La artesanía se trabaja a través de la lana ovina para textiles, telares, y la madera, cuero, cestería y orfebrería. También se ofrecen servicios turísticos vinculados a etnoturismo, agroturismo, turismo rural y turismo de naturaleza. El papel de la mujer en la economía familiar es de primera importancia, desempeñando labores agrícolas, ganaderas, de procesados, artesanías y servicios, que permiten un mayor nivel y diversificación de ingresos a nivel familiar.
La población originaria cuenta con una organización jerárquica, con autoridades tradicionales y celebración de rituales y ceremonias. Tienen un vínculo particular con el territorio, basado en el respeto, definido como “buen vivir” o “Küme Mongen” en mapudungún, entendido como la noción de que las tierras que habitan les fueron entregadas en préstamo, las cuales deben cuidar y proteger. Parte importante de sus ritos culturales vinculan a la tierra con sus actividades agrícolas a través de ceremonias que bendicen siembras o agradecen cosechas, tales como el Nguillatún o permiten el intercambio de semillas como el Trafkintu.








TESTIMONIOS

JENNY SOBARZO
Productora agrícola y ganadera de Lonquimay: “La gente viene y me dice; “es que usted vive en un microclima” (cómo si esto justificara la buena producción) y no es así, se requiere harto trabajo y harta dedicación y tiene que gustarle también. El campo es un arte. Si usted le gusta le da un giro al cuento”.
